sábado, 26 de julio de 2014

Capítulo 1

Odio los autobuses. Las casi tres horas de camino se me han hecho eternas.
El olor del autobús, el vaivén amortiguado (que parece que vas en barco en vez de a ruedas) y lo cerca que está el asiendo de delante, hacen que llegue a destino con una sensación de hastío y unas nauseas tremendas. Pero todo desaparece de repente al poner los pies en el suelo. Inspiro con fuerza y estiro cada una de mis extremidades. Qué bien huele, es increíble, hacía tiempo que no respiraba aire tan limpio.
Acabamos de bajarnos en plena naturaleza, estamos en la sierra, hacía unos cinco meses que habíamos planeado esta excursión y parece mentira que haya llegado el día.

Recogemos maletas y mochilas y seguimos a uno de nuestros profesores.
La entrada al recinto es bastante bonita, tiene una gran cancela de hierro con un cartel superior de madera que imita al viejo oeste donde puede leerse "Campamento Apache".
Hay muchos arboles y mucho verde. Al cruzar la cancela nos recibe una gran explanada de albero. A la izquierda de ésta hay enormes troncos de arboles tumbados en el suelo. A la derecha se presenta imponente un gran caserío de piedra de dos plantas. Estilo rural y moderno, es muy bonito. Casi toda la planta de abajo tiene enormes ventanales sin cortinas donde puede verse un gran salón repleto de mesas.

Un profesor nos hace señal y nos vamos sentando en los troncos de madera.
Cuando estamos todos situados nos cuenta:
- Bueno, hay cambio de planes. Al parecer las cabañas están de reforma y nos va a tocar dormir en unas preciosas tiendas de campaña... por favor, iros organizando por parejas, puesto que todas las tiendas de campaña son de dos personas...

No. No podía ser. Mis amigas y yo nos miramos, nos habían roto todos los planes. Cuando hace cinco meses se planeó este campamento los grupos para las cabañas se habían formado casi casi instantáneamente, según amistad dentro de cada clase. Veníamos tres clases del mismo instituto y mismo curso. Mis compañeras de cabaña y amigas eramos todas de la misma clase, Miriam, Blanca, Susana, María y yo. Deberían habernos hecho una foto en el momento en que nos dijeron eso, porque se nos quedó a todas la cara a cuadros. Formamos un corrillo:
- Bueno, ¿Qué hacemos? -Dice Miriam.
- Pero es que esto no puede ser, no no y no... - Blanca.
- Lo peor es que tenemos muchas cosas en común, no podemos dividirlo. -María.
- Ya, pero no nos quedará otra, vamos al menos a buscarnos tiendas contiguas. - Hablo yo.
- Ya pero nos falta una, y ¿Quien de nosotras se va quedar coja? - Blanca.
- ¿Lo echamos a suerte? la que se quede sin pareja tendrá que buscarla, cuanto más tardemos será peor, la gente se está organizando... -Susana.
- Vale si. - Miriam
- Si, me parece bien.- Dice María.
- Seguro que me toca a mi...verás... - Blanca.
- ¿Como lo hacemos? - Susana.

- ¿Alguna no tiene pareja?
 Se oye una voz de fondo. Es Penélope. Penélope está en nuestra clase y salvo cosas puntuales la hemos tratado poco. Ella ha sido repetidora este año, es un poco loca, a veces incluso un poco vacilona, y en los ratos libres siempre se ha ido con sus amigas del año pasado, las que si pasaron curso.
Nos quedamos calladas.
De repente tengo un momento de lucidez. Pienso que siempre he tenido bastante mala suerte en las rifas y me veo en la encrucijada de callarme ahora y luego me toque buscarme pareja y ya no tenga a nadie. Entonces, sin llegar a dos segundos de su pregunta, le contesto.
- ¿Quieres ponerte conmigo?
- Vale. (Contesta y sonríe) Menos mal, me veía durmiendo con la profe....voy a por mis cosas.- Continúa y se marcha a toda velocidad.
- ¿!Qué has hecho!? - Me exclaman al unísono todas mis amigas.
- Lo mejor, ¿habéis oído? La que se quede sin pareja dormiría con la profe... mejor remediar. - Digo.
- Bueno... bien, pero lo echamos a suerte si quieres, cualquiera nos quedamos con ella. -Dice Miriam.
- Eso! -Todas.
- No os preocupéis, estaremos en la tienda de al lado, no os vais a librar de mi. -Sonrío y nos abrazamos.

Acababa de comenzar nuestra gran aventura de verano.

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